BAILANDO SOBRE UN VOLCAN

LA CRISIS POLÍTICA ESTA TOCANDO FONDO

Ventanilla, 09 de febrero 2022.- Nuestro país viene atravesando una grave crisis política. Sin embargo, esta crisis no es producto del mal gobierno del Presidente Pedro Castillo, sino que viene desde mucho antes. Lo que ha hecho el actual Presidente es agudizarla al punto que todo indica que no logrará culminar su mandato de no haber cambios sustantivos. Paradójicamente, la economía no anda tan mal, como si se hubiera autonomizado de la política. Las cifras macroeconómicas así lo demuestran.

¿Cuáles son las razones de esta crisis política? En primer lugar, esta la crisis de representación de los partidos políticos y de las organizaciones políticas en general. En efecto, desde hace varias décadas, las organizaciones políticas dejaron de representar a la ciudadanía en tanto que se convirtieron en organizaciones arbitrarias al estar al margen de la sociedad, surgidas de algunos supuestos iluminados o la voluntad de sus dueños, movidos por el único afán de llegar al poder.
Ciertamente, esa es la finalidad de los partidos políticos, pero en tanto que tengan una base social y tengan una ideología, pero sobre todo una doctrina o un proyecto de país. Lamentablemente, con la caída del comunismo a fines del siglo pasado, se revitalizó el sistema capitalista y la democracia liberal como su régimen político, para proclamar el fin de las ideologías o “el fin de la historia” ya que no habría otro sistema alternativo capaz de superarlo.
De ahí para adelante, se impuso el individualismo en todo su esplendor, teniendo al pragmatismo como su forma de hacer política. El todo vale con tal de llegar al poder, dejando de lado los valores, principalmente, la búsqueda del bien común. De ahí que los partidos fueran una especie de vientres de alquiler o vehículos de ese individualismo y no expresiones de una conciencia colectiva. La meta no es servir al pueblo sino satisfacer egos o intereses personales.
Por eso es que los políticos actuales entran y salen de los partidos políticos “como Pedro en su casa”, pues el sistema no esta en cuestión. Ni el propio Presidente Castillo, que era visto como una amenaza comunista se ha atrevido a modificar sustancialmente el sistema. El problema es la lucha por el poder de grupos o “mafias” que pretenden controlar el Estado para ponerlo al servicio de sus intereses, sin importar el creciente descontento popular frente a su clase política.
¿Cuál es la salida? Partamos del hecho de reconocer que la democracia representativa es el régimen político que, aún con sus imperfecciones, ha demostrado ser el mejor respecto a los regímenes que ha habido a lo largo de la historia hasta la actualidad. Sin embargo, la democracia representativa se sustenta en partidos políticos u organizaciones políticas. En ese sentido, si hacemos una rápida revisión de los partidos no hay ninguno solo que puede calificarse de tal.
Atrás quedaron los grandes partidos que representaban grandes corrientes ideológicas y sectores de la sociedad que pugnaban por la hegemonía política. Hasta el APRA que se había convertido en un partido de masas en representación de la emergente clase media, teniendo como base a la ideología socialdemócrata, ha sucumbido al no adecuarse a los nuevos tiempos. De igual manera, el PPC que representaba al Socialcristianismo y a las clases altas del país.
Ni hablar de la izquierda que, al debilitarse su base social obrera, si bien asumió la democracia liberal, nunca lo hizo francamente. Solo AP, que surgió como una corriente progresista de sectores modernos que evolucionaron de la vieja oligarquía, se ha mantenido vigente, a pesar que su ideología es tan laxa que pueden cohabitar posiciones contrapuestas. Posteriormente, han surgido nuevos partidos que, en su mayoría, son caudillistas o meras franquicias electorales.
Hoy se trata de construir nuevas organizaciones políticas, pero que surjan de entender la sociedad actual en que vivimos. Organizaciones políticas que expresen a los emprendedores o a los sectores emergentes, pero que surja de la participación activa de la ciudadanía en la política. Para ese efecto, debe reforzarse los canales de participación ciudadana en el Estado y control de sus Autoridades de todo nivel, debiendo ser los partidos escuelas de formación política.
Mientras tanto, la política se seguirá deteriorando hasta que el pueblo levante su grito “que se vayan todos”. O se realiza un cambio ordenado o entramos en un caos, esa es la cuestión. Sin embargo, para las organizaciones políticas todo continua como si nada pasara. Por el contrario, se alistan alegremente para participar en las próximas elecciones municipales y regionales. Será la vida misma la que se encargue de despertarlos de su letargo cuando el volcán erupcione.