DINA EN SU LABERINTO

Martes 2 de abril 2024.- Menuda Semana Santa la que acabamos de celebrar los peruanos nada menos que por el escándalo de un posible desbalance patrimonial de nuestra presidenta – por sucesión constitucional- cuya punta del iceberg es nada menos que un reloj de alta gama cuya compra de antaño, como dijo ella, no se condice con el sueldo de 4,500 soles que percibía en RENIEC. A eso debemos añadir el hecho que la firma Banchero que representa a la marca Rolex en Perú ya manifestó que Doña Dina no figura en su lista de compradores. Por tanto, mintió. No lo compró y de acuerdo a la tarjeta hallada en el allanamiento de su domicilio, su compra se remonta a unos pocos meses, cuando por cierto, ya era presidenta del Perú. Ahora, el tema de quién lo compró, lo sabremos muy pronto dada la trazabilidad de este tipo de relojes.

En fin, sobre los intríngulis de la historia de sus relojes y joyas de altísimo valor, ya los conoceremos por los avances de la investigación del Ministerio Público. Hoy en día es imposible tener una versión creíble ya que en su mensaje, lejos de proporcionar a la ciudadanía una versión clara y contundente desvió la atención del tema con poses victimizantes que en este caso no funcionan, salvo para una audiencia ignorante, fanaticada o lamesuelas. Decir que responderá a la instancia oficial es una manera de evadir su responsabilidad con los peruanos. El que no la debe, no la teme. Nada le impidió dar una respuesta veraz y dar así un poco de tranquilidad a un país que no descansa de consecutivas crisis políticas y que no termina de levantar económicamente luego de la epidemia del Covid 19.

En lo personal, lo que a mi, como a miles de peruanos, molesta y preocupa es el nivel tan bajo en el que desde hace décadas viene cayendo la política en el Perú…léase, los políticos y, en este escenario, los escándalos de Dina, son en realidad una raya más al tigre. El tesoro público y los recursos del país constituyen un apetecible tesoro para los partidos políticos, hoy convertidos en anidaderos de delincuentes (por supuesto, con sus honorables excepciones) que pugnan por llegar al poder para negociar puestos, prebendas, leyes y un sinfín de beneficios para sus amigos, aliados o «socios». Los políticos son la nueva clase social y para afianzar la estabilidad de esa clase social, el sistema político debe funcionar a su favor. Por ello se mantienen en cargos estratégicos a personajes de dudosa reputación y sigue inalterable un modelo político y electoral que pone la valla muy baja para que personajes sin los méritos necesarios, pero con dinero, eso sí (no importa si fuese mal habido) accedan a los más altos cargos públicos en cuyas manos está el bienestar de más de treinta millones de peruanos…una locura realmente.

Dicho esto, es evidente que el Perú requiere de reformas estructurales y una agresiva revolución educativa. El principal recurso que tiene un país, es su capital humano. Entonces, no esperemos que sólo con crecimiento económico podremos lograr el ansiado desarrollo. El binomio, económico social, es fundamental. La economía debe crecer a la par que se mejora la calidad del perfil del ciudadano. La corrupción generalizada, la delincuencia, la decadente clase política y otros males, son producto de un bajo nivel de calidad educativa de la que no se libran ni entidades privadas. Hoy en día se comenta de una preocupante fuga de talentos…sí pues los jóvenes talentosos (que son muchísimos) deben emigrar para acceder a oportunidades que su país no se las da. Por otro lado es hasta gracioso ver los requisitos y experiencia que se les exige a los jóvenes para acceder a un empleo, mayormente con sueldos abusivos frente a los requisitos para ser presidente de la república, ministro y congresista: Ser peruano de nacimiento, ser ciudadano en ejercicio y tener el mínimo de edad requerida según el cargo… increíble pero cierto…ese es el perfil que deben cumplir quienes deciden los destinos del Perú. Por eso estamos como estamos.

En este escenario, Dina es el prototipo del ciudadano con falta de integridad, que de haber tenido un estilo de vida mesurado y un origen modesto, se encuentra por cosas del destino, en un cargo que le otorga dinero y poder. Dos elementos, que para el que no tiene bien puestos los pies en la tierra, lo marean y le hacen perder el sentido temporal de sus preciados beneficios. Así, creyéndose eternos y súper poderosos, dejan de lado la moral, la ética y la legalidad haciendo gala de sus nuevos signos de riqueza cuyos sueldos no pueden justificar. Así Dina, pasó de lucir pulseritas de plástico a costosos relojes y joyas de oro con diamantes de exclusivas marcas según lo que hemos podido observar en los diferentes medios de prensa,

Si bien los peruanos no elegimos a Dina, ella, al conformar la plancha presidencial de Castillo le tocó ejercer la presidencia por sucesión constitucional, por los temas ya conocidos por todos respecto a Castillo. A pesar de no tener afinidad política con ella, tuve la esperanza que hiciera un buen gobierno complementario. Porque esa era su función, constituir un gobierno de transición que de a los peruanos condiciones mínimas de bienestar y llevar a cabo las reformas necesarias en favor de lograr una verdadera democracia. Sin embargo, resultó una oportunidad desperdiciada para demostrar que las mujeres podemos hacer política limpia. No ha tenido el criterio suficiente para rodearse de los mejores técnicos para gobernar…pero sobretodo, para no dejarse seducir por el poder pasajero. Su incapacidad la puso en manos de cuestionados personajes, como aquél que usaba las arcas del Estado para beneficiar a sus amores fugaces y además,  obligada a negociar ministerios con sus socios del congreso. Aquí no interesa el  Acuerdo nacional ni CEPLAN. Acá se gobierna a gusto del cliente. En el Perú, salvo el esfuerzo meritorio de algunos ministros, no se ve un rumbo país.

Por eso, como mujer y como política, digo una vez más: No me representas Dina. La mentira, en un alto funcionario, especialmente, en quien representa a la Nación, debe ser considerado un asunto de gravedad mayor que amerite la destitución inmediata. Pero ,como estaremos de mal, que los famélicos defensores de nuestra presidenta, argumentan que vacarla, sería entregar el país a los caviares…así de fregados estamos en el Perú. Esperemos, por el bien del país que en breve plazo se sepa la verdad y asuma la consecuencia de sus actos, si así fuera.