
12 JUNIO 2025.- Paredes agrietadas, duchas inservibles, camas deterioradas, termómetros inutilizables y baños llenos de moho son parte del panorama que enfrentan cada día los pacientes del Hospital Víctor Larco Herrera, ubicado en Lima. Según un reciente informe emitido por la Contraloría General de la República, el Pabellón N.º 8 —donde se brinda atención a personas con diagnóstico de retraso mental, esquizofrenia, trastornos del espectro autista en grados moderado y severo, así como discapacidad neurocognitiva— presenta condiciones alarmantes.
Durante una inspección realizada el 21 de abril, como parte del “Informe de Visita de Control N.º 006-2025-OCI/0998-SVC”, se evidenciaron graves deficiencias estructurales en los baños del primer piso del mencionado pabellón. Las duchas tienen baldosas quebradas con bordes filosos, los inodoros están dañados o atados con alambres oxidados, y los lavamanos presentan filtraciones que han causado humedad, moho y daño en las paredes.
El ambiente es insalubre: hay un olor fétido persistente, no se dispone de jabón ni champú suficiente, y el secador de manos no funciona. Los 28 pacientes del pabellón requieren higiene frecuente —hasta tres veces al día— debido a sus condiciones de salud, pero se ven impedidos de mantener una limpieza adecuada, lo que los expone a infecciones que pueden poner en riesgo sus vidas.
El estado de conservación general del pabellón es crítico. Las paredes presentan huecos y bordes filosos; los pasamanos están corroídos; y las puertas han sido remendadas con tablones improvisados que dejan al descubierto clavos oxidados. Las ventanas rotas permiten el ingreso de animales, insectos y corrientes de aire frío, lo que representa un riesgo adicional para los pacientes con problemas respiratorios.
En el área exterior, las rampas y pisos están colapsados, dificultando la movilidad de personas en silla de ruedas. En el comedor, la falta de sillas obliga a los pacientes a turnarse para alimentarse, y el techo presenta agujeros que permiten el ingreso de roedores e insectos.
El jardín tampoco ha sido atendido: la maleza ha favorecido la proliferación de plagas, lo cual, según la Contraloría, impide brindar un ambiente seguro y apropiado para el tratamiento y bienestar de los pacientes.
Además, el servicio médico del pabellón carece de recursos básicos. Solo se dispone de un tensiómetro en funcionamiento, los termómetros digitales están sin pilas o no ofrecen lecturas precisas, y el único carro de medicamentos se encuentra oxidado. Tampoco hay un nebulizador portátil, indispensable para tratar emergencias respiratorias.
De las seis sillas de ruedas disponibles, únicamente dos están en condiciones utilizables. Las otras presentan daños como aros rotos, óxido o la ausencia de posapiés, pero siguen siendo usadas por falta de alternativas. Las camas de fierro y los armarios metálicos están igualmente deteriorados, lo que evidencia una falta crónica de inversión y mantenimiento.
El informe advierte que estas fallas implican múltiples riesgos: desde infecciones y accidentes hasta errores en la atención médica. Esto afecta directamente a personas con trastornos mentales graves, quienes necesitan un entorno higiénico, seguro y controlado para su recuperación.
Ante esta situación, la Contraloría recomendó notificar de manera inmediata al director del hospital para que se tomen acciones correctivas. La falta de medidas podría agravar aún más el colapso estructural que ya enfrenta el Larco Herrera.
Fundado en 1918, el Hospital Víctor Larco Herrera forma parte del programa “Hospitales Centenarios”, impulsado por el Ministerio de Salud con el objetivo de renovar infraestructuras hospitalarias históricas que han superado su vida útil. No obstante, pese a los anuncios del ministro César Vásquez, quien reconoció que centros como el Larco Herrera, Dos de Mayo o Loayza están al límite de su capacidad, los avances hacia su modernización aún no se reflejan en hechos concretos.