HEIDY, SE PUDO EVITAR TU MUERTE

“Pido que los padres sean responsables, no deben abandonar a sus hijos por otras personas y deben cumplir con sus deberes (…)” fue el clamor de una abuela entre sollozos, minutos después de encontrar el cadáver de su nieta en uno de los asentamientos humanos de Mi Perú.

Cuánto dolor expresaban sus palabras, y parecía era el reconocimiento del final de una historia quizás anunciada ante el desamparo: familias disfuncionales, hijos creciendo sin el calor de sus padres y adolescentes sin el soporte necesario para tomar decisiones adecuadas. Estas palabras, más que un lamento son un llamado a la reflexión de cuánto hacemos por cautelar la seguridad y la integridad de nuestras hijas e hijos.

Heidy llevaba 30 días desaparecida y las autoridades competentes no hacían caso del grito desesperado de su madre y abuela. Treinta días y más de un calvario insoportable. Una abuela con una copia de la foto temiendo lo peor, pidiendo entre sollozos que le ayuden a encontrar a su nieta.

¿Se pudo evitar su muerte? Claro que sí, si otra fuera nuestra respuesta ante estos sucesos. Si nuestra sociedad no fuera indiferente, si los padres cumplieran a cabalidad su responsabilidad Heidy seguiría soñando con estudiar y el baile.

“Justicia, solo pedimos justicia” fue la frase repetida en medio de un ambiente enrarecido por la muerte. El asesino enterró su cuerpo en la arena y pensó como tantos otros, que nadie lo descubriría y que éste sería otros de los tantos feminicidios que quedan en la impunidad.

La noticia, esta vez en nuestro distrito, nos enrostró de la peor manera que seguimos cayendo en lo profundo. ¿Seguiremos este camino de autómatas ante la arremetida de desquiciados que resuelven sus traumas con el crimen?

“Pido que los padres sean responsables, no deben abandonar a sus hijos por otras personas y deben cumplir con sus deberes (…)” son las palabras de una abuela que tiene la penosa tarea de enterrar a su nieta. No las dejemos pasar inadvertidas y reflexionemos como padres, como familia y como sociedad.

Que la muerte no aparezca otra vez vestida de mujer.

Beatriz Delgado Narro