Viernes 24 mayo.-
Le robaron a mi vecina en la puerta de su casa, me robaron el celular a plena luz del día, dos sujetos en una combi amenazaron con arma de fuego a un universitario; unos amigos tomaron un taxi colectivo y aparecen en un descampado 5 horas después; asesinaron a un dirigente sindical a solo unos metros de la comisaría…
La lista puede seguir y estoy absolutamente segura que es la historia de todos y de todos los días.
Estamos al límite. No hay seguridad, no percibimos seguridad. La ciudad es una selva de cemento, llena de fieras salvajes que nos amenazan de día y de noche.
Los ciudadanos no aguantamos más. Ya no creemos en los discursos. Demás está decir que tampoco creemos en las promesas, esa palabra se volvió dudosa en la boca de los políticos, quienes ahora están distraídos en sus afanes por demostrar que son menos corruptos que sus opositores.
Y mientras el país limpia sus heridas por los millonarios sobornos:
¿Qué hacemos con la violencia?
Pregunto a nuestras autoridades que tienen la potestad de tomar decisiones. Pregunto a nuestros gobernantes que manejan grandes presupuestos. Pregunto y exijo respuestas como vecina y ciudadana.
Qué se está haciendo para contrarrestar la violencia en las calles? ¿Cuál es la política de Estado que sea transversal a todos los sectores? Silencio total…
Estamos hartos de vivir en el temor de ser una víctima más. Acciones y menos discursos. Acciones y menos distracciones. Cuidado, mucho cuidado, la violencia nos está ganando.